Los planes de Dios

No fue egoísmo. Fue supervivencia.

Los planes de Dios

A veces el alma sabe lo que la mente y el cuerpo todavía no se animan.

Arranco con esto:
No siempre vas a entender por qué algo pasa. 
Pero si tenés el coraje de quedarte en silencio… 
puede que lo comprendas después. 
Y cuando lo comprendas, vas a agradecer lo que hoy duele.

Dos meses antes de que llegue agosto, todos estos últimos años me agarraba el nudo: 
¿qué hago con los chicos? 
Se paraliza España, no hay escuela hasta primeros días de septiembre, no hay deporte, no hay nada. 
Y yo, con trabajo y responsabilidades, tenía que encontrar una solución.

El 2024 no fue distinto. 
Pensé, planeé, dudé. 
Y después apareció una opción tan hermosa como desafiante: 
que se vayan a Argentina.
Con las abuelas, los primos, los afectos. 
Rodeados de amor.

Y así fue.

Pero en esos días de silencio, cuando la casa se aquieta y por fin pude bajar la guardia… 
lo vi claro: 
si seguía a ese ritmo, me iba a romper. Mi caída era inminente.
Y ellos caerían conmigo. 

Tuve que tomar una decisión que fue como tragar piedras. 
Una decisión que te arranca el alma, pero te devuelve el centro. 
Le propuse a mi familia que los recibieran por un tiempo más. 
Mi hermana, textual: “Los recibo como si fueran hijos míos.” 
Mi gratitud hacia ella y su marido es y será infinita.

¿Una locura? Puede ser. 
¿Un acto de amor? También. 
Una resolución tan dura como necesaria.

Los huevos que hay que tener para decidir algo así.

Un amigo mío viene a los ponchazos con su mujer desde hace un tiempo considerable, y no se divorcia porque no se quiere ir a vivir a 10 cuadras de sus hijas. 
Así que imaginate…

Pero acá estaba, una vez más: atravesando, decidiendo, sosteniéndome con agallas, criterio y amor.

Las decisiones más duras, muchas veces son las que mayor bienestar nos traerán luego.

Necesitaba un tiempo para mí. 
Para doler. 
Para sanar. 
Para fortalecerme.

Y antes de que alguien diga o insinúe algo, a mis hijos se lo quería comunicar yo. 
Porque ya les había comunicado, con 2 y 6 años, que su madre había partido. 
Pude con eso, esto no sería un gran issue.

En videollamada se los dije. 
Sin disfrazar, sin drama, sin etiquetar ni como bueno ni como malo, sin edulcorar: 
Se van a quedar unos meses más en Argentina.

Al principio, alegría. 
Después, la pregunta que atraviesa todo:

“¿Y la escuela, papá?” 
“¿Y vos?”

Y ahí los vi: el nudo, los ojitos húmedos, el tartamudeo.

Pero les dije esto: 
"Lloren si necesitan. 
A veces lo que duele al principio, florece después. 
Confíen en papá. 
Todo lo que decide, lo hace desde el amor y pensando en lo mejor para ustedes."

Y les recordé lo que le dije a Feliciano en su momento cuando lo cambiaron de curso. 
En España, al pasar a tercero, las maestras hacen una especie de movida de Gambito de Dama
reacomodan a los chicos, rompen camarillas, los mezclan.

A Feli lo pasaron del tercero A al B. 
Sus mejores amigos quedaron en el A. 
Aquel día lo vi salir tristón. Lo noté en el retrovisor.

“¿Qué pasa, negro?”

“Me cambiaron de clase…” me dijo al borde del llanto.

Le dije: 
“Esperemos a ver cuáles son los planes de Dios.”

Y en su nuevo curso conoció a Ramón y a Max. 
Y fueron tan amigos que esa amistad fue como con la que tuvo con los del A. 
Y volvió a ser feliz.

Y ahora, otra vez: Recibido el shock de la noticia de que quedarán unos meses más en Argentina, pregunté: ¿Que te dijo papá hace casi dos años aquel día que te cambiaron de curso? Dudé si lo recordaría…
Me miró con esos ojitos tan profundos y me soltó sin vueltas ni rodeos;

“Esperemos a ver cuáles son los planes de Dios".

Dos semanas después de esa noticia y videollamada, ya estaban felices en Argentina, Que la escuela, el fútbol, los amigos, las raíces. "Papá, buscate un trabajo acá y nos quedamos en Argentina."*

En aquel momento en que propuse esto, yo sabía que mi vuelta también estaba cerca.

Si fueras mi cliente te diría;
Hay decisiones que duelen más que quedarte como estás. 
Pero si vienen desde el alma, siempre son parte del plan de Dios. 
Aunque no lo entiendas todavía. Y cuando el dolor pase, va a quedar la verdad latiendo más fuerte que nunca. Porque lo que se elige desde el alma, florecerá a su debido tiempo.

Y lo más hermoso es esto: 
que muchas veces, cuando soltás el control, aparece algo mejor de lo que esperabas. 
Una certeza, una persona, una alegría nueva. 
Los planes de Dios no llegan cuando todo encaja… 
llegan cuando elegís confiar aunque aún no tengas las respuestas..

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Pero mientras estés, vas a recibir verdades como esta. 
Contadas sin culpa, con coraje, con corazón.

Que tengas un gran día.

Bohurak.